Como para agregarle un condimento extra al menú de la Asamblea Legislativa, este miércoles personal técnico de la Cámara de Diputados instaló en el semicírculo central del recinto, debajo del estrado de la presidencia, un atril de madera desde el cual Javier Milei dirigirá su palabra a los representantes del pueblo.
Había sido un rumor que corrió como reguero de pólvora pero finalmente se materializó en medio de especulaciones sobre desde dónde hablaría el presidente para la inauguración del período 142 de sesiones ordinarias del Congreso.
Una versión sugería que Milei volvería a hablar otra vez -como en su asunción presidencial- de espaldas a “la casta política” desde las escalinatas del frente del Palacio Legislativo que miran a la plaza del Congreso. Pero esta opción, que rondó la cabeza del presidente, fue descartada.
En lugar de seguidores como en aquella oportunidad, en la plaza se congregarán agrupaciones opositoras de izquierda y asambleas barriales que harán presencia para protestar contra la política del Gobierno. Pero no fue esa la razón por la cual el presidente descartó emular sus propios pasos, con los que desconcertó a propios y ajenos en aquel cercano y a la vez lejano 10 de diciembre. “Sí, obvio que voy; hay una cuestión de protocolo”, contestó cuando le preguntaron si en esta oportunidad iba a hablar de frente a los congresistas. Despejada la hipótesis de que hablaría de espaldas al Parlamento, se pensó que el presidente iba en esta ocasión a sujetarse a las tradiciones y hablar desde el estrado de la presidencia, entre los titulares del Senado y de Diputados.
Desde un atril
Enemigo de los libretos, el presidente gambeteó otra vez la tradición e hizo instalar un atril con el escudo de la Nación argentina. Es la primera vez que un presidente elige ese formato para dar un mensaje de apertura de sesiones.
Si bien el decreto presidencial firmado por el propio Milei y su jefe de Gabinete, Nicolás Posse, estipula el inicio de la Asamblea Legislativa a las 21, Noticias Argentinas pudo confirmar que el evento comenzará a las 20, a raíz de un acuerdo entre la titular del Senado, Victoria Villarruel, y el presidente de Diputados, Martín Menem.
La apertura del acto estará a cargo de la vicepresidenta, quien tras las formalidades de rigor y el izamiento de la bandera con la entonación de las estrofas del himno nacional, anunciará los nombres de quienes conformarán las comisiones de Interior y Exterior.
La comisión de exterior, que intercalará diputados y senadores de distinto signo político, será la responsables de darle la bienvenida a Milei, quien hará su ingreso al Palacio a través de la explanada de la avenida Entre Ríos. Luego atravesará los salones Gran Hall y de las Provincias, desde donde será escoltado al Salón Azul para firmar los libros de Honor, tras un formal saludo con Villarruel. Acto seguido, será conducido junto a la vicepresidenta al recinto por la comisión de interior, y buscará su lugar en el atril para iniciar su discurso. Este ritual institucional de la democracia se producirá en medio de una crisis prácticamente sin precedentes en materia de federalismo, con los gobernadores haciendo sonar los tambores de la rebelión, luego de una serie de polémicas decisiones del Gobierno que cortó cuantiosos fondos a las provincias.
Con el nivel de pobreza a punto de perforar el 60%, y con los 24 gobernadores de distintos signos insólitamente unificados en una misma trinchera, el contexto no es el más relajado para el presidente y por eso el tono discursivo con el que se dirija a los representantes del pueblo será clave para anticipar cómo podría articularse la relación futura con los distintos actores políticos de “la casta”.
La narrativa
Las apuestas están abiertas y la mayoría prevé que Milei no se moverá un centímetro de su narrativa de hostilidad hacia el Parlamento, al que viene de llamar “nido de ratas”, luego de utilizar otra serie de cálidos calificativos como “delincuentes” e “idiotas útiles”.
Como para “calentar” aún más la previa, desde la Casa Rosada dejaron trascender el lunes que hasta ese momento (cuando estaba volviendo de Washington) el presidente no tenía escrita ni siquiera “una línea” de su discurso. Todos los bloques van a estar presentes en un ambiente muy tensionado, irrespirable, donde solamente una chispa podría prender en llamas al recinto.
Naturalmente, la gran mayoría de legisladores acumula broncas y rencores por el sistemático destrato verbal del presidente y van preparados con munición gruesa para reaccionar a la primera provocación del jefe de Estado. La izquierda volverá a empapelar sus cinco bancas con cartelería alusiva al “brutal ajuste” del Gobierno, mientras que circularon rumores de que Unión por la Patria podría “vengarse” del presidente dándole la espalda cuando éste inicie su discurso, en lo que configuraría una fotografía de enorme impacto simbólico.
En el resto de la oposición los ánimos están más diversificados, pero el ataque presidencial hacia los gobernadores colmó la paciencia de quienes se presentan como “dialoguistas” y fungen como dadores voluntarios de gobernabilidad.
En el marco de la guerra contra los gobernadores, en particular contra el chubutense Ignacio “Nacho Torres a quien eligió como chivo expiatorio para disciplinar al resto de las provincias, ponerse a todo el Congreso en contra podría hundir cualquier atisbo de construcción de poder más allá de las fronteras de su acotado grupo de fieles liberales. Este miércoles Milei logró poner paños fríos a la relación con el PRO, al reunirse con el presidente del bloque de diputados, Cristian Ritondo, quien sintetiza la postura mayoritaria y es un vocero autorizado por el propio ex presidente Mauricio Macri.
La sociedad con el partido amarillo es lo único que le queda en pie al oficialismo por estas horas, pese al embate planificado del presidente contra algunos de los gobernadores del PRO.
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