
Desde que, hace unos días, la Cámara Argentina de Supermercados (CAS) y la Federación Argentina de Supermercados y Autoservicios (FASA) alertaran a sus proveedores por las altas subas en las listas de precios, comenzó a circular el fantasma del desabastecimiento.
Las entidades del comercio mayorista y minorista habían denunciado que algunas empresas distribuyeron listas con incrementos de entre un 25% y un 45%, en previsión de que la nueva administración elimine los controles y programas establecidos por el Gobierno que aún está al frente.
Es por eso que El Tribuno salió a recorrer los supermercados de Salta y es evidente que hay mercaderías en las góndolas. Lo que sucede es que es poca.
Sucede que las ofertas no duran mucho, porque muchos salen a acumular mercaderías por el temor a ese fantasma del desabastecimiento. Es por eso que los compradores estratégicos van a la mañana a buscar solo ofertas. Antes del mediodía solo quedan los carteles de los precios y las góndolas vacías que no serán repuestas sino hasta la próxima jornada.
“Los precios aumentaron mucho en esta semana y si embargo la gente sale lo mismo a comprar. El temor es quedarse sin lo que uno necesita y por eso almacena mercadería, productos de limpieza o lo que sea para antes del 10 de diciembre”, dijo la gerenta de un mayorista.
Esa mujer trabaja entre los que ponen los precios y los que venden al público. Asegura que son los empresarios los que están remarcan lo que quieren. Poco control queda de una Secretaría de Comercio Interior de una administración que se va y en consecuencia son los dueños de las fábricas los que están remarcando en medio de la incertidumbre.
“Otra cosa curiosa es que nosotros (mayoristas) remarcamos los productos en un promedio del 20% aproximadamente, sin embargo vemos en los supermercados remarcaciones de hasta el 60%”, aseguró. Es decir que no sólo remarca el que produce un producto sino también el supermercadista que vende en el último eslabón de la cadena.
¿Por qué sucede eso? Porque nadie sabe, a ciencia cierta, lo que sucederá con el próximo Gobierno que asume en menos de dos semanas.
“Estamos trabajando sin listas de precios. Hay mercadería, la estamos recibiendo, pero con cupos. Yo antes vendía por pallets y ahora entrego de 10 a 15 bultos como máximo. Yo recibo poco, vendo poco. En un escenario donde la única certidumbre es la devaluación que se viene, todos hacemos lo que sea para que el impacto sea lo menos dañino”, dijo otro alto gerente de un mayorista de la Paraguay.
Ahora bien, cuando dice que no tiene lista de precios es que no sabe a cuánto estará el costo de reposición, no para el año que viene sino para los próximos 10 días. Y eso está provocando un estrés impresionante a los que trabajan en ventas. El dueño del azúcar del norte, de las harinas en el centro del país, el dueño del aceite no quiere entregar tanta mercadería porque no se sabe cuánto va a perder de ganar. Ese cupo de menos mercadería lo recibe el mayorista y también tiene miedo, porque mientras menos venda menor será el “impacto” que reciba y lo mismo pasa con los súper que ponen las ofertas llamadoras de clientes, pero tiene que ser corta porque no pueden entregar todo a los precios vigentes de hoy porque en una semana serán historia.
“Lo único que nos está faltando es el arroz. Del resto de las mercaderías tenemos un poco de todo. Y es porque todos estamos especulando sobre cuánto será la devaluación que se viene. Se habla, se rumorea, es algo que se sabe pero no se dice, que la suba del dólar oficial será superior al 100 por ciento; es decir que se empareje con el dólar futuro a unos 800 pesos”, dijo el gerente.
El primer asterisco es que la mayoría maneja esos porcentajes de devaluación, pero no los dicen con nombre y apellido. El segundo es que se espera que las subas lleguen en los próximos días. El tercero es que cada empresario pone el aumento que quiere, en el comienzo de la cadena y en el final.
Fuente: Read More