En seis meses Javier Milei logró equilibrar las cuentas públicas de Argentina, pero a fuerza de un ajuste inédito que ha supuesto un golpe para la economía real, mientras persiste la incertidumbre sobre la sostenibilidad de su plan de “shock”, mientras el poder adquisitivo de los trabajadores sigue diezmado. En lo político, aún espera el apoyo del Congreso para la ley Bases y tuvo un fuerte impacto el escándalo por los alimentos vencidos.
Milei es un economista “anarcocapitalista” como se define insiste en un mundo sin Estado. La semana pasada, por cierto, dijo que es el “topo del Estado”, que lo destruye todo desde adentro. Justamente asumió la Presidencia el 10 de diciembre pasado y, sin anestesias, se dio a la tarea de recobrar el superávit fiscal mediante lo que él mismo denominó “motosierra” -aplicar drásticos recortes netos de gastos- y ‘licuadora’ -aumentar levemente algunas partidas presupuestarias, pero por debajo de la inflación, lo que resulta en recortes en términos reales.
Ayer, por cierto, Luis “Toto” Caputo, el ministro de Economía, anunció que el superávit primario fue de $2,5 billones en mayo.
Su objetivo inicial era recuperar el equilibrio fiscal para finales de este año. Lo logró en pocas semanas, como se jacta de decir el presidente.
Desde un déficit primario del 2,9 % del PIB y un resultado financiero negativo del 6,1 % del PIB en 2023, Argentina logró en el primer cuatrimestre de este año acumular un superávit primario del 0,66 % del PIB y uno financiero del 0,18 %.
“A diferencia de otros, que con ajustes de medio punto del PIB terminaron volando por los aires, nosotros hicimos un ajuste de 7 puntos del PIB y estamos aquí parados y vamos a seguir dando la pelea”, aseveró Milei días atrás en un foro económico.
“Desde el punto de vista macroeconómico de medidas de shock, el equilibrio fiscal es muy bueno. Pero la duda es la sostenibilidad en el tiempo, si esto puede perdurar”, dijo Leonardo Piazza, director de la consultora LP Consulting.
En el primer cuatrimestre, los gastos en prestaciones sociales (jubilaciones y ayudas familiares) cayeron 24 % interanual en términos reales; los gastos operativos (salarios estatales, universidades) retrocedieron 22 %; los subsidios al transporte y la energía se derrumbaron 29 % y 34 %, respectivamente; las transferencias a las provincias se desplomaron 76 % y los gastos de capital (obra pública), un 85 %.
La nueva Administración ha trabajado también en reducir los excedentes monetarios y los pesados pasivos del Banco Central, cortar la emisión monetaria para financiar al Tesoro, aliviar la carga de vencimientos de deuda e ir recomponiendo las reservas monetarias.
Son los pasos que Milei cree necesario seguir dando para cumplir algún día -ya no arriesga cuándo- con su promesa de campaña de levantar las restricciones cambiarias y, luego, imponer un nuevo régimen de competencia de monedas.
Pero el ajuste tiene su “lado B” en la economía real: la actividad ha acumulado una caída del 5,3 % en el primer trimestre, con sectores en estrepitoso derrumbe, como la construcción, golpeada por la paralización de la obra pública, y la industria, afectada por el hundimiento de la demanda.
En particular en el primer cuatrimestre, el consumo se desplomó por la pérdida del poder adquisitivo de los ingresos de los hogares, diluidos por una inflación que en diciembre y enero se disparó por la devaluación y la liberación de precios reprimidos y luego fue desacelerando, pero a niveles que aún son muy elevados (289,4 % interanual y 8,8 % mensual en abril).
Con ingresos perdiendo la carrera contra la inflación, el resultado es dramático en términos sociales: la pobreza trepó al 55,5 % y la indigencia, al 17,5 %.
A ello se suma la pérdida de puestos de empleo, tanto en el sector público como en el privado.
El bajón de la actividad económica podría haber tocado su piso en marzo-abril, pero los expertos desconfían de que haya una recuperación vigorosa ni incluso tibia en lo inmediato.
“El consumo , ayudado por el crédito, ya empieza a dar signos de un poco de reactivación, que es una buena noticia. Pero sin ‘ley de bases’ (reformas económicas impulsadas por Milei) ni pacto fiscal y sin una buena comunicación con los gobernadores, Argentina no va a crecer en inversiones y exportaciones. Entonces tendremos un crecimiento amesetado”, observó Piazza.
Sigue con una alta imagen positiva
El gobierno de Javier Milei conserva índices de aprobación mayoritaria a seis meses de haber llegado al poder, según el último sondeo de Opina Argentina. En comparación con abril , bajó solo un punto la positiva y quedó en 52%, mientras que la negativa está en 48%. En sintonía con la imagen presidencial, también se mantiene estable el apoyo al Gobierno en torno al 46%, mientrass que un 40% declaró ser opositor y un 14% que no eligió ninguna de estas dos opciones. También se ubican otros dirigentes del gobierno nacional en la valoración social, como la vicepresidenta Victoria Villarruel (53% positivo, 45% negativo).
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