
Celeste Goitea tiene 42 años, vive en el barrio Santa Ana II y desde chica supo lo que quería para su vida. Su gran amor por el volante fue transmitido por su padre, quién fue chofer de colectivo y le enseño cada detalle del funcionamiento de un colectivo. Luego de ser mamá de dos hijos de 23 y 11 años, se separó y decidió encarar sus estudios en la carrera de abogacía en la Universidad, pero al abrirse una puerta con el cupo femenino para las mujeres en el oficio, no dudó ni un segundo y fue por su gran anhelo. Hoy es colectivera de la línea 2 E y conduce 8 horas diarias.
“Cuando era una niña y mi papá me colocaba en el primer asiento y yo disfrutaba verlo manejar, el movimiento, el trafico, la gente, soñaba que yo era chofer”, expresó Celeste.
El camino y su preparación
Primero su padre enseñó el oficio a sus hermanos, quiénes ingresaron a trabajar en la empresa de la línea 6 y cuando ella tenía 12 años empezó a practicar y tomar el volante. Al sentirse preparada para cumplir sus sueños, con 22 años se presentó en la primera empresa, pero su intentó fracaso ya que le dijeron que no contrataban mujeres. “Me respondieron que era muy difícil que acepten a una mujer colectivera, pero que iban a reunirse para tratar el tema y de ahí me iban a llamar, pero nunca me llamaron”, relató con tristeza.
Cuando tenía 27 años se enteró del caso de Mirta Cisneros, la primera mujer colectivera de Salta, quién estuvo en la lucha y luego se logró el “cupo femenino laboral” para las mujeres en el rubro. Entonces Celeste aprovechó esa oportunidad, fue casi de las primeras en anotarse y afortunadamente fue contratada por una empresa. “Me dieron la oportunidad inmensa y estoy muy agradecida con la empresa el Cóndor por confiar en mí”, dijo emocionada.
Sobre su familia y estudios en la carrera de abogacía
Respecto a su vida cotidiana contó que tiene dos hijos y una nieta de 4 años y debe arreglársela como madre, abuela y trabajadora. Sin embargo toda la vida sus padres le enseñaron a ser una mujer independiente, por lo que no le cuesto tanto llevar adelante todo.
“Cuando tuve a mi hija no pude estudiar y después decidí trabajar”, pero luego explicó que al tener a su segundo hijo decidió ingresar a estudiar derecho en la Universidad, pero cuando salió la apertura para que las mujeres ingresen a las empresas de colectivos, no lo dudo y aprovecho, lo que la llevo a dejar la carrera de abogacía. A pesar de que le iba muy bien en los estudios, el volante “tiraba” mucho más ya que es algo que ama.
El primer día de trabajo y la mirada de la gente
Celeste contó que en su primer día de trabajo estuvo llena de nervios y emoción. La respuesta de la gente la sorprendió, algunos la miraban mucho, algunos con recelo e incluso una vez una persona desde la parada la miro y le dijo “espero el otro”, lo cual le causó gracia lejos de desanimarla.
Otro aspecto más positivo es la empatía de algunos compañeros choferes, frente a la hostilidad en la vía pública, quiénes le ceden el paso para cruzar a otro carril. También estaban otros conductores de vehículos que me gritaron “anda a lavar los platos”. En cuanto a los pasajeros también hubo algunos que se acercaron a felicitarla por la cordialidad y la forma de manejar.
Hoy Goitea se siente una mujer completa, al haber logrado su sueño y poder brindarles lo mejor a sus hijos y nieta. Además, agradece a sus padres por el apoyo y transmitirle un oficio que ama y le permite salir adelante.
“A las mujeres les digo que se animen, que tengan mucha fortaleza, todo se puede lograr y no dejen que nada ni nadie las desanime”, finalizó.
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